sábado, 27 de noviembre de 2010

EL EQUIPO DE GOBIERNO OFICIA SU PENÚLTIMO DIVORCIO Y DEJA AL AYUNTAMIENTO EN UNA SITUACIÓN ESPERPÉNTICA.

Ante el indigno espectáculo que daban, el PSOE les pidió en el Pleno que dimitieran.

Los rifirrafes entre los dos partidos que están al frente de nuestro Ayuntamiento vienen produciéndose desde el comienzo de la legislatura, cuando aún no habían firmado el documento en que pretendían sustentar su fallido pacto. Pero las continuas desavenencias –con bronca pública incluida en muchas ocasiones- llegaron a la prensa de su propia mano, como “aviso a navegantes” que dirigían a la contraparte en el gobierno. En enero de 2009, con motivo de la aprobación de los presupuestos municipales para ese año, ya se escenificó un desencuentro clamoroso. Y desde entonces se han multiplicado las contiendas y su intensidad, por los motivos más diversos.

Muy lejos ya de buscar el mínimo punto de acuerdo exigible a dos presuntos socios, de la amenaza han ido pasando a los hechos, es decir, a votar en el Pleno del Ayuntamiento en contra de la propuesta de la Alcaldía. Y el PSOE, que siempre ha mantenido en la oposición una actitud tan responsable como en el gobierno, a sacarles las castañas del fuego.

La última ha ocurrido con motivo del proyecto para poner el césped artificial en el campo de fútbol. Para Francisco Romero es la única obra que cree posible colocar en el “haber” de la gestión de su año de reinado, y está determinado a luchar por ella con uñas y dientes. De paso –piensa-, si no le sale, al menos habrá cubierto el expediente con intentarlo. Pero, desde luego, sin producirse la reflexión en común y el consenso de todos los grupos municipales, que debe cultivarse, sobre todo, en momentos en que la crisis y la ley de estabilidad presupuestaria obligan a ser más selectivos en el gasto y priorizar las inversiones.

Pero, hete que su socia no está dispuesta a ponérselo nada fácil, y en la última sesión plenaria, celebrada el 17 de noviembre, no atendió los argumentos del alcalde, que le recordaba que por responsabilidad como miembro del equipo de gobierno sí apoyó él la obra del “Mirador-Aparcamiento”, pese a no estar de acuerdo con ella. Bien al contrario, Isabel Cabezas se despachó un mitin de más de diez minutos, apelando a las futuras estrecheces que sufrirían las arcas municipales si se ejecuta este proyecto, impidiendo realizarse nuevas inversiones en la próxima legislatura. Sin embargo, hace unos meses, cuando ella finalizaba sus tres años de alcaldesa, planteó gastar los 360.000 euros a que ascendía el remanente de 2009, sin pensar que ese dinero le podía hacer falta al socio en su año al frente de la alcaldía.

Como si repitiera la letanía de González Pons, Cospedal o Rajoy, Cabezas le exigió a Romero que diga la verdad y no venda humo. Y éste le reprochó de nuevo los casi 100 millones del “Mirador”, en el que sólo podrán aparcar 40 coches; o el elevado presupuesto de la guardería, que se había estado ejecutando hasta su llegada a la alcaldía sin proyecto y sin resoluciones que nos concedieran financiación para las obras.

Cuando el alcalde daba por zanjado el asunto, tras una dura réplica que dirigió a su socia, esta lo amenazó con irse del Pleno si no le permitía hablar de nuevo, reclamando que constara en el acta que aquel no le daba la palabra. Durante el resto de la sesión se mantuvo el tono de tensión y se repitieron los reproches entre este matrimonio de conveniencia, como en el punto en el que se echaron en cara mutuamente alguna decisión sobre la mencionada obra de la guardería. Puesta en evidencia la grotesca y disparatada situación de desgobierno que padecemos, el PSOE acabó pidiendo la dimisión de ambos.
Los antiguos y todavía oficialmente aliados han renunciado a dialogar y entenderse. En la desavenencia, cada uno proyecta sus argumentos sobre el incumplimiento del otro con fingidos tintes melodramáticos, intentando esconder el antagónico interés partidista que les mueve y diluir el único fin noble que debe motivarles, que es el interés general. Argucias para deformar la realidad, como los espejos cóncavo-convexos del Callejón del Gato en que han convertido a nuestro ayuntamiento.

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